Hay que inventar un lenguaje que no produzca belleza, sino hambre infinita. Palabras traídas por las olas, donde podamos sentirnos raquíticos, alegres en las desgracias. Un nuevo lenguaje de nuevas esperanzas, obsceno por subversivo. Aprendamos a hablar otra vez, olvidando el lenguaje anterior, quemando saberes viejos, tiene que sonar pornográfico. Que las olas traigan nuevas palabras barrenadas y nos hagan sentir en el cuerpo solo un poco de hambre, solo un poco de salud, solo un poco de todo. Las palabras sensaciones. Que las nuevas palabras del nuevo lenguaje nos hagan epilépticos por un rato. Aprender todo de nuevo. Que explote toda la impostura. Y de esos escombros, el lenguaje nuevo. Enterremos el sentido común. A la hoguera con los lenguajes viejos, rescatemos de las sobras, de los desperdicios, de los escombros y de las cunas, palabras que hemos arropado y que las olas traen,  y construyamos un lenguaje nuevo con fuerza de obscenidad. Inventemos la potencia de las nuevas palabras. No cambiemos a los hombres, cambiemos su lenguaje, que envejece, que hace vivir a medias con tristeza. Un nuevo lenguaje alegre, potente, para un nuevo hombre. Pero necesitamos arrasar con todo. Arrasar. Arrasar. Arrasar

Eduardo Pavlovsky